Sentí real el pálpito de tu oscura impresencia. Supe que estabas. Te busqué. Ardía lento el fuego en los rincones más secretos del ciego laberinto. No busqué la salida, la imposible salida. Te buscaba. Manifiéstate, dije, sintiendo repentino que ya lo habías hecho en el latido de lo no manifiesto. José Ángel Valente . Limos del verbo

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