Eres susurro suave, imperceptible, que hoy despunta en tu entraña inaugurada; eres gemido en perla de alborada, eres eco que se oye en lo inaudible… Pequeño niño, albor de lo invisible, relámpago de Luz recién brotada en las grietas de esta alba enamorada que los ojos de Él se ha hecho tangible… Dios se dejó hoy nacer en ti, y, desnudo, se deja en ti habitar: vuela en las alas de tu forma, oh, niño, Ser del viento. Te traspasó la Lumbre, y yo tan mudo, frente a tu respirar; frente a las brisas de luz que alientan hoy tu aliento… Rafael Redondo. El brotar de un asombro  

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría