Las virtudes

Oh Dios de las virtudes, conviértenos a ti, muéstranos tu rostro y seremos salvos! (Sal 79, 4). Porque a dondequiera que se vuelva el alma del hombre fuera de ti, queda fincada en el dolor, aunque se detenga en cosas bellas fuera de ti y fuera de él mismo, cosas que sin ti nada serían. Cosas que tienen su aurora y su ocaso; que al nacer tienden al ser, crecen para perfeccionarse y cuando son perfectas, envejecen y mueren. Todo envejece y perece. Cuando nacen y tienden al ser, mientras más deprisa crecen para ser perfectas, tanto más se apresuran rumbo al no ser. Así es su manera, tanto como eso les diste.

San Agustín. Confesiones

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría