Búrlense de mí

Búrlense de mí y sea en hora buena esos arrogantes a quienes tú no has postrado todavía en saludable humillación; pero yo tengo que confesarte mis deshonras en alabanza de tu gloria. Ruégote me concedas recorrer ahora con el recuerdo todos los meandros de mis pasados yerros, ofreciéndote así un jubiloso sacrificio (Sal 26, 6). Pues, ¿qué soy yo sin ti para mí mismo sino un guía ciego que me lleva al precipicio? ¿O qué soy, cuando bien me va, sino un bebé que bebe la leche que tú le das y encuentra en ti un alimento incorruptible? ¿Y qué es y cuánto vale un hombre cualquiera sólo por ser hombre? Ríanse pues de mí los fuertes y los potentes; que yo, débil y pobre, me confieso ante ti.
San Agustín. Confesiones

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría