Eran santos

Eran santos en el modo más efectivo y eficaz: santificados por llevar vidas ordinarias de una manera completamente sobrenatural, santificados por la oscuridad, las destrezas usuales, por las tareas comunes, por la rutina, que recibía una forma sobrenatural de la gracia contenida y de la unión habitual de sus almas con Dios en una fe profunda y en caridad. 

Su granja, su familia y su iglesia eran todo lo que ocupaba a estas buenas almas; sus vidas eran completas.


Thomas Merton. La montaña de los siete círculos

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