Aparte...

Aparte del alto valor simbólico de dirigirse hacia arriba, la dirección de este movimiento, sin embargo, es totalmente accidental a la realidad espiritual. Pues en el reino del espíritu, el cielo está tan cerca de arriba como de abajo, de detrás como de delante, de la izquierda como de la derecha. El acceso al cielo se hace a través del deseo. El que desea estar en él, realmente está allí en espíritu. La senda que lleva al cielo se mide por el deseo y no por los kilómetros. Por esta razón san Pablo dice en una de sus cartas: «Para nosotros nuestra patria está en el cielo...». Otros santos han dicho sustancialmente lo mismo, pero de diferentes maneras. Quieren decir que el amor y el deseo constituyen la vida del espíritu. Y el espíritu mora donde mora su amor, tan ciertamente como mora en el cuerpo al que llena de vida. ¿Entiendes mejor ahora? No necesitamos tensar nuestro espíritu en todas las direcciones para llegar al cielo, pues ya vivimos en él por el amor y el deseo.

La Nube del no saber. Anónimo S. XIV

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