Ah sí...

Ah sí, quien estuviera bien afianzado en la voluntad divina, no debería querer que el pecado, en el cual había caído, no hubiese sucedido. Por cierto, aquí no se contempla el hecho de que [el pecado] estaba dirigido contra Dios, sino la medida en la cual tú, al haberlo cometido, estás obligado a acrecentar tu amor y te hayas rebajado y humillado, exceptuando el hecho de que hayas obrado en contra de Dios. Pero debes confiar mucho en Dios [pensando] que Él no habría permitido que te sucediese tal cosa, a no ser que hubiera querido obtener con ello lo mejor para ti. Mas, cuando el hombre se levanta totalmente de sus pecados y les vuelve por completo la espalda, entonces hace el leal Dios como si el hombre nunca hubiera caído en pecado y no quiere hacerle pagar por todos sus pecados ni por un solo instante; aunque fueran tantos como todos los hombres juntos los hubieran cometido jamás: Dios no quiere hacérselo pagar nunca; sería posible que Él lo tratara con tanta intimidad como jamás la tuvo con criatura alguna. Con tal de que lo halle preparado ahora mismo, no mira lo que fue antes. Dios es un Dios del presente. Tal como te encuentra, te toma y te recibe, no como fuiste sino como eres ahora. Toda la iniquidad y todo el oprobio que pudiera sufrir Dios a causa de todos los pecados, los quiere soportar gustosamente y haberlos soportado durante muchos años para que el hombre luego llegue a [tener] un gran conocimiento de su amor [el divino] y para que su amor y gratitud propios aumenten y su empeño se haga más ferviente en proporción, como suele ocurrir naturalmente y a menudo luego de los pecados.

Maestro Eckhart. Tratados y sermones

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