Dios aspira

Dios aspira en todas las cosas a que renunciemos a nuestra voluntad. Cuando San Pablo habló mucho con Nuestro Señor y Nuestro Señor mucho con él, todo esto no dio ningún resultado hasta que él renunciara a su voluntad diciendo: «Señor ¿qué quieres que yo haga?» (Hechos de los Apóstoles 9, 6). Entonces Nuestro Señor sabía muy bien qué era lo que él tenía que hacer. Lo mismo sucedió cuando el ángel se apareció a Nuestra Señora: todo cuanto ella y él hubieran hablado alguna vez, nunca la hubiese convertido en Madre de Dios; pero tan pronto como ella renunció a su voluntad, llegó a ser inmediatamente una verdadera Madre del Verbo eterno y recibió a Dios en seguida. Él se hizo hijo suyo por naturaleza. No hay tampoco cosa alguna para hacernos hombres verdaderos fuera del renunciamiento a nuestra voluntad. De veras, sin renunciar a nuestra voluntad en todas las cosas, no obramos absolutamente nada ante Dios. Pero, si llegáramos a desprendernos íntegramente de nuestra voluntad y nos animáramos a renunciar a todas las cosas, exterior e interiormente, por amor de Dios, entonces habríamos hecho todo y antes no.

Maestro Eckhart. Tratados y sermones

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