Un falso yo

A cada uno de nosotros nos sigue una persona ilusoria: un falso yo.
Ésa es la persona que yo deseo ser, pero que no puede existir, porque Dios no sabe nada sobre ella. Y ser desconocido de Dios es pasar completamente desapercibido. Mi falso Y privado yo es el que quiere existir fuera del alcance de la voluntad de Dios y del amor de Dios: fuera de la realidad y fuera de la vida. Y tal yo no puede ser más que una ilusión.
No estamos muy dotados para reconocer las ilusiones, sobre todo las que abrigamos acerca de nosotros mismos, con las que hemos nacido y que nutren la raíces del pecado. Para la mayoría de las personas, en el mundo no hay realidad subjetiva más grande que su falso yo, que no puede existir. Una vida dedicada al culto de esta sombra recibe el nombre de " vida de pecado".

Tomás Merton. Nuevas semillas de contemplación

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