El verdadero contemplativo
El verdadero contemplativo no es el que prepara
su mente para un mensaje particular que él quiere o espera escuchar, sino el
que permanece vacío porque sabe que él nunca puede esperar o anticipar la
palabra que transforma su oscuridad en luz. Ni siquiera llega a anticipar una
clase especial de transformación. No pide la luz en lugar de oscuridad. Espera
la palabra de Dios en silencio Y cuando es "respondido" no es tanto
por una palabra que brota del silencio. Es por su silencio mismo cuando de
repente, inexplicablemente, revelándose a él como la palabra de máximo poder,
se llena de la voz de Dios.
Nadie se convierte en verdadero contemplativo por oscurecer las realidades sensibles, y permanecer solo consigo mismo en la oscuridad. En primer lugar, uno que hace eso, como un montaje a propósito, como conclusión de un razonamiento práctico, y sin una vocación interior, sencillamente entra en una oscuridad artificial que se ha fabricado él mismo. No está solo con Dios, sino consigo mismo. No está en presencia del único trascendente, sino de un ídolo, el de su propia identidad complaciente. Se ve inmerso y perdido en sí mismo, en un estado de narcisismo inerte, primitivo e infantil. Su vida es nada no en el sentido misterioso, dinámico, en el que la nada del místico es, paradójicamente, el todo de Dios. Es sencillamente la nada de un ser finito, abandonado asimismo en su propia trivialidad.
Thomas Merton OSB. La oración contemplativa
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