En la soledad
En la soledad he descubierto al fin, mi Dios,
que Tú deseas el amor de mi corazón tal como es: el amor de mi corazón humano.
He descubierto y he sabido gracias a Tu inmensa misericordia, que el amor de un
corazón roto, pobre, y abandonado te es más grato y atrae Tu compasiva mirada.
Tu deseo y Tu consuelo, Señor, es estar muy
cerca de los que te llaman Padre. Tal vez no tengas mayor "consuelo"
(si me permites expresarlo así) , que consolar a tus afligidos hijos y a
quienes acuden a Ti pobres y con las manos vacías, sino otra cosa que su
humanidad, sus limitaciones y una enorme confianza en Tu misericordia.
Thomas Merton OSB. Diálogos con el silencio
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