Nuestro compromiso diario
La oración y nuestro compromiso diario con ella
son, simplemente, el estado de conversión; el vivir, no desde la imaginación o
ligados a las imágenes, sino el vivir arraigados en la realidad que es Dios. Lo
conveniente, entonces, es ir más allá de todos los pensamientos, más allá de
la imaginación, a esta realidad de Dios. De eso se trata el repetir nuestra
palabra, nuestra oración sagrada: trascender todo pensamiento y todas las
imágenes abriéndonos a la suprema realidad de Dios, que es amor. Nuestra
invitación como cristianos, la invitación que todos recibimos, es a vivir
nuestras vidas en ese estado dinámico de conversión con una perspectiva
infinita: toda la vida, toda la historia
todo el tiempo iluminado por el amor de Cristo.
todo el tiempo iluminado por el amor de Cristo.
La cruz es el gran símbolo cristiano porque su plano horizontal es interceptado por su plano vertical. La visión cristiana no presupone relegar esta vida ni es una negación de la historia o del tiempo, sino una apertura al gran acontecimiento de la propia historia: descubrir que el tiempo ha sido interceptado por el amor de Cristo. Ésta es la realidad a partir de la cual deberíamos vivir. Sólo podremos vivir a partir de ella, si nos abrimos a ella desde lo más profundo de nuestro corazón, sin imágenes ni ilusiones imaginarias, no importa cuán santos o religiosos seais, sino desde la realidad, la roca, que es Cristo.
John Main OSB. Silencio y quietud
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